Stephen Curry ha vuelto en el tramo decisivo de la temporada, sus escandalosas actuaciones ante Houston han tenido continuidad en los dos primeros partidos de las finales ante los Cavs. Su acierto desde la larga distancia, 9 triples anotados en el segundo partido, destrozaron las ilusiones de Cleveland, 2-0 y unas sensaciones que hacen prever que el anillo está más cerca que nunca para los Warriors. Una de las imágenes que perdurarán en la retina de muchos aficionados será la incomprensible toma de decisión de JR Smith con el marcador igualado en el primer partido, ¿Qué se le pasaría por la cabeza en ese instante?, ¿Cómo un jugador profesional puede tener esa laguna de concentración en unas finales?, la cara de Lebron y de sus compañeros lo dice todo…
De nuevo el factor determinante vuelve a ser la versatilidad de Golden State, poniendo en aprietos y sin respuesta al equipo de Tyronne Lue, su máximo exponente Draymond Green, quién con su sucio trabajo también ha conseguido desconectar mentalmente a los Cavs, aunque debemos reconocer que su grandeza como jugador ha quedado empañada por sus continuas faltas de respeto a los jugadores de Cleveland, vergonzoso e inadmisible para una figura mundialmente reconocida.
Lebron ante el mundo, los ojos del planeta basket esperan un milagro por parte de James, quizás un reto imposible para el resto de mortales, pero no para un ganador que además aspira al trono eterno en el olimpo de dioses de la NBA, ya son muchos los debates que le sitúan por encima de Jordan en esa hipotética carrera por ser considerado el mejor jugador de la historia. Palabras mayores, pero alcanzar ese trono exige proezas, y no podemos obviar que el dominio que ejerce sobre el juego puede deparar alguna sorpresa para los Cavs.
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