Un ejemplo de gestión, y quizás la franquicia más exitosa en las últimas dos décadas, que se enfrenta con la cruda realidad de afrontar la primera temporada sin el trío Duncan, Parker, y Ginobili, ejes vertebrales de un proyecto que forma parte de la historia de este deporte. Al frente el veterano Gregg Popovich, quizás la figura más respetada y venerada de los banquillos en la NBA, y un reto que muchos tratarían de evitar, una transición necesaria para una franquicia abonada a los puestos de playoff desde los años 90.

En un verano que deparó la salida de Parker a Hornets, y la dolorosa retirada de Ginobili, la noticia que convulsionó la NBA fue el traspaso de Leonard a los Raptors a cambio de DeRozan, y Poetl. La pérdida de Kawhi, top 5 en la NBA, supone un duro revés para Spurs, un jugador cuya versatilidad permitía el engranaje perfecto en la maquinaria diseñada por Popovich. La llegada de DeRozan aporta calidad al perímetro, pero las prestaciones a nivel defensivo, y de juego colectivo se ven seriamente alteradas, la capacidad de adaptación a la filosofía Spurs determinará en gran medida las opciones del equipo para alcanzar playoff.

El horizonte parece indicar que será una temporada de sufrimiento, en una liga en la que muchos equipos deciden apostar claramente por el tanking, ésta no será la línea que veremos en los Spurs, que no olvidemos cuenta con varios jugadores nivel all star, como el propio DeRozan, LaMarcus Aldridge, o un veterano Pau Gasol. El volumen de gregarios de calidad es alto, Mills, Gay o Belinelli acumulan experiencia bajo el sistema de Pops, y garantizan una regularidad que difícilmente vemos en franquicias NBA. La explosión de Murray debe ser el plus que permita luchar en el salvaje Oeste por no perder la sana tradición de disputar los playoff.
