Con la llegada de Joel Embiid en 2014 empezó a cambiar el curso de una franquicia cuya imagen estaba por los suelos, la ilusión se desbordó al mismo ritmo que la decepción recorrió el alma de sus aficionados al conocer la lesión de The Process, un calvario que lastró el proceso de reconstrucción a corto plazo, aunque el mal se tradujo en nuevas selecciones del draft para ir completando un roster de jóvenes capitaneados por Brett Brown. En 2016, y todavía con Embiid en proceso de superar sus dramas físicos llegó Ben Simmons, aunque la mala suerte también se cebó con él. El destino hizo que los Sixers volvieran a conseguir un número 1 del draft, el elegido, Markelle Fultz. La suma de jóvenes talentos asustaba, la NBA sabía que estaba ante un proyecto interesante de franquicia capaz de reventar las quinielas en el Este y cambiar el rumbo de la conferencia.

Aunque la aportación de Fultz, castigado por las lesiones, fue testimonial, la explosión de Embiid y Simmons fue de tal magnitud que estuvieron en condiciones de asaltar las finales de conferencia. Embiid, un portento físico capaz de cualquier cosa en ataque, su rango de tiro mejoró especialmente durante el proceso de recuperación de su lesión, y una presencia en el plano defensivo capaz por si sólo de desestabilizar el ataque contrario, su personalidad y liderazgo le elevan a un peldaño tan sólo reservado para los elegidos. Ben Simmons es la evolución de prototipo de base de futuro, su movilidad y envergadura le permite ser un generador natural de ventajas en ambos lados de la pista, aunque su tiro ha de mejorar considerablemente, su inteligencia y privilegiada visión de juego eleva las prestaciones de cualquier jugador que orbite a su alrededor.

Y es que el trabajo desde la gerencia para rodear a sus dos estrellas no ha podido ser mejor, la creación de espacios por parte de la dupla Simmons-Embiid le vino como anillo al dedo a JJ Redick, un especialista en la larga distancia, vital en los esquemas de Phila. La llegada de Saric aportó un mayor equilibrio y versatilidad a los de Brett Brown, otro jugador diferencial cuya influencia en el juego del equipo es determinante. La brega de Covington debe ir acompañada este año con una mayor producción ofensiva, las muestras ofrecidas la temporada pasada invitan al optimismo, al igual que la llegada desde Denver de Wilson Chandler, cuyas prestaciones han de ponerse al servicio del equipo, ese cambio de chip en su carrera será fundamental para que su adaptación se traduzca en un impacto positivo para los Sixers.

Con otro mítico de la franquicia recién nombrado GM, Elton Brand, se presentan unos Sixers dispuestos a conquistar el cielo, el futuro está aquí presente y con más ganas que nunca de imponer su nueva ley en la NBA. Con el horizonte más despejado que nunca por la salida de James hacia el Oeste, Boston y Brad Stevens les esperan en Mayo para dilucidar quién ocupará el trono que deja el Rey en el Este. Simmons-Embiid, el presente es vuestro, desde 1983 la ciudad de Philadelphia espera ansiosa un nuevo título de campeón de la NBA.
